El albaricoque, como el melocotón, la nectarina o la ciruela, es una fruta de hueso. Es originario de las zonas templadas de Asia, Corea del Norte o Manchuria y los romanos lo introdujeron en Europa a través de Armenia.
A nivel botánico, el albaricoque forma parte de la familia de las rosáceas, que incluye más de 2.000 especies de arbustos y árboles. Las variedades más populares en los mercados y tiendas del país son el builda, el canino (ambas españolas), el nancy, el paviot, el moniquí, el currot, el galta roja, el ginesta y el mitger. Unas son más dulces, otras más ácidas y su tamaño también puede variar, desde pequeños como una cereza grande hasta grandes como un melocotón pequeño.
El albaricoque es una fruta de temporada, es decir, solo se puede consumir fresca cuando se recolecta del árbol, entre mayo y agosto. Es un alimento que deja de madurar tras separarse de su rama y es importante no ingerirlo verde, porque entonces es muy indigesto.
Bueno para comer entre horas
Cuando el gusanillo del hambre acecha entre horas, la fruta fresca siempre es una buena solución. En el caso del albaricoque, tomar dos o tres piezas a media mañana o por la tarde proporcionan mucha vitamina A, a través del betacaroteno, elemento que da a esta fruta su tono anaranjado.
De hecho esta ración de fruta contiene la mitad de la dosis diaria recomendada de vitamina A. Es un nutriente esencial para nuestra salud, para la vista, el cabello, la piel, los huesos y el sistema inmunitario, además de ser antioxidante.
En cualquiera de nuestras fruterías de León encontrarás gran variedad de este fruto tan delicioso.